En 2016, la costa este de Australia fue el escenario que marcó la unión de las antiguas culturas marinas del Perú y Australia. El corazón de este intercambio fue el Caballito de Totora peruano, la tabla de surf más antigua conocida, cabalgado por Carlos Ucañan, un hábil surfista peruano con raíces y tradición Moche desde hace 500 generaciones.
El Caballito de Totora tiene un lugar significativo en la historia del surf. Sus orígenes se remontan a 3,000 a.C. en el norte de Perú (cuna de la cultura Moche), cerca del balneario de Huanchaco, donde surfear en el Caballito es actualmente un modo de vida para pescadores y comerciantes. La construcción de esta embarcación es un testimonio de ingeniería, ya que se elabora a mano con cientos de hojas de Totora, ensambladas cuidadosamente. Por ello, se requiere de habilidad y precisión única para confeccionarla y surfearla.
Carlos “Huevito” Ucañán y un grupo de peruanos fueron invitados a realizar exhibiciones con el Caballito de Totora durante febrero y marzo de ese año. La delegación estuvo encabezada por Felipe Pomar, el primer campeón mundial de Perú y embajador de la Reserva Mundial de Surf de Huanchaco. Este recorrido cultural comenzó en Bondi Beach, Sydney, y continuó hacia el norte, pasando por Crescent Head hasta Noosa, antes de concluir en Golden Coast. En total, duró tres semanas y fue patrocinado conjuntamente por la página web de surf más grande de Perú, Olas Peru.
La idea de llevar el Caballito de Totora a Australia surgió de los esfuerzos de Andy y Megan McKinnon, quienes estaban trabajando para que Gold Coast fuera reconocida como una Reserva Mundial de Surf. Este maravilloso encuentro quedó inmortalizado por el Museo de Surf World en Golden Coast con el primer caballito de Totora en Australia en exposición.
Mientras “Huevito” surfeaba elegantemente las olas al estilo pre-incaMoche en Australia, el antiguo Caballito de Totora se convirtió en un símbolo del espíritu perdurable del surf, conectando costas y culturas distantes a través del amor compartido por el océano. Este evento histórico no solo celebró el pasado, sino que también selló el camino para futuros encuentros, recordándonos que, independientemente de las distancias, el amor por el surf une a las personas en un vínculo eterno con el mar.