Aida Oneeglio

Familias peruanas en Australia

La nuestra fue una de las primeras familias peruanas en llegar a Australia. Éramos tan novedosos como migrantes, que salimos en los periódicos. Mi papá era un hombre muy aventurero y en 1966 nos fuimos a Sidney los nueve: siete hermanos, papá y mamá. Yo, que soy la tercera, tenía 18 años. Mi hermana más pequeña tenía 3 años.

Nosotros no sabíamos nada de Australia, pero un primo de papá lo convenció de probar suerte allá. Le dijo que era un lindo país. Mi papá se entusiasmó, mamá dijo “¿por qué no?”. Y vendieron casi todo lo que tenían para pagar los nueve tickets de avión.  Fue el viaje más largo de nuestras vidas. Lo primero que me impresionó al llegar fueron los techos rojos de Sidney. Una ciudad que ha cambiado mucho ante nuestros ojos estos cincuenta años.

Mi papá, que era un hombre brillante, con ideas de avanzada, se dedicó a la construcción junto con mi hermano mayor; mientras que mi madre comenzó a diseñar bikinis y los vendía a las tiendas de playa. Era una comerciante natural.

Los hermanos mayores, Teresa, Gustavo y yo pasamos el primer año estudiando inglés y trabajando. Mientras que los más pequeños aprendían el idioma en el colegio. Vivíamos en una casa en Bondi Beach, la playa más famosa de Australia. Un lugar tan cosmopolita que conocimos a personas de todas partes.

Allí conocí a mi esposo, que era escocés y mi hermana Rita conoció a Humberto León Rabines, un joven de la Escuela Superior de Guerra Naval del Perú que iba a bordo de una de las tantas fragatas que llegaron para conmemorar el bicentenario de la llegada del Capitán James Cook a Australia. Con el tiempo, Rita decidió regresar a Lima donde se volvieron a encontrar y se casaron. Esa fue la primera repatriación oficial en la familia. Pero durante todos estos años nos hemos movido entre ambos países como peces en el agua.

En Australia tuve a mis 3 hijos. Conocí a mi esposo Jack Copeland en Sidney, en una fiesta de latinoamericanos amigos de mi mamá. Era el único escocés, pero me sacó a bailar. Al poco tiempo ya estábamos de novios. Estuvimos casados por 49 años hasta su muerte en 2020.

La vida en Australia fue apacible y por supuesto que extrañábamos al Perú, pero cada quien fue haciendo su vida por separado. Mi mamá siempre nos reunía para los cumpleaños y, como éramos tantos ya entre nosotros siempre se armaba la fiesta. Nuestros padres eran de Huánuco, donde pasamos nuestra niñez antes de mudarnos a Lima y luego a Australia. Ellos tenían un gran amor por la música criolla peruana. Así que siempre nos acompañó la música tradicional, incluso en la distancia.

Me toma algo de tiempo calcular el tamaño de nuestra familia, pero las reuniones familiares siempre son un acontecimiento. Si contamos la descendencia de cada uno de los hermanos la cuenta queda así: nuestra madre y nuestro padre; nosotros que somos siete hermanos, dieciséis nietos y veintisiete bisnietos. Nuestra familia es un árbol frondoso que se extiende por el mundo con raíces peruanas y australianas.

Texto por Melanie Pérez Arias