Alberto de Belaúnde

Abogado y activista. Excongresista peruano. 

Cuando pienso en Australia, recuerdo una agenda muy intensa de visitas y reuniones, con muchas oportunidades de aprendizaje e intercambio. Yo había sido electo congresista el año anterior y la invitación del gobierno australiano me permitió tener un espacio para reflexionar sobre el trabajo que venía realizando y ampliar mi mirada en temas muy importantes de mi labor parlamentaria.

Recuerdo también con mucha gratitud a Eliane Coates quien fue la coordinadora de mi visita. Su compañía permanente no solo evitó que me perdiera por las ciudades o llegara tarde a mis visitas, sino que me hizo ganar a una gran amiga. 

En ese viaje tuve la oportunidad de reunirme con funcionarios de la Royal Commission into Institutional Responses to Child Sexual Abuse, creado por el gobierno australiano. Se trataba de una suerte de “comisión de la verdad” que generó Australia a raíz de un número terrible de denuncias de abusos contra menores de edad en colegios y otras intuiciones a lo largo de las décadas. El tema solía ser tabú en varios países y Australia asumió un liderazgo importante para enfrentarlo.

A mí me interesaba conocer la experiencia, porque en ese momento estaba promoviendo la investigación de los abusos dentro de una organización religiosa peruana, con la propuesta de creación de una comisión investigadora del Congreso. Tuve el privilegio de estar ahí para las últimas audiencias del Royal Comission, reunirme con integrantes, ver la metodología de funcionamiento de sus audiencias, hacer seguimiento y meses después leer su informe final. 

Eso me dio una visión mucho más amplia, que me fue muy útil cuando un año después se logró crear la comisión investigadora y me tocó presidirla. Aprendí lo importante de ir más allá de la recolección de información. De la importancia de proteger a los sobrevivientes de la revictimización, de no solo encontrar en qué falló el Estado sino también en qué puede hacer para que estos casos no se repitan a futuro.

Por otra parte, en Australia hay todo un tratamiento respecto a las heridas coloniales. Son conscientes de cómo trataron a sus pueblos originarios. Los maltratos no eran hechos aislados, eran políticas de Estado, que han sido reconocidas por el gobierno australiano. El Perú es un país que todavía lucha por reconciliar su historia, por asegurar que todos seamos realmente iguales, no solo en las leyes sino en la vida cotidiana. En ese sentido, podríamos aprender mucho de las políticas de reparación australianas así como de la mirada intercultural que proponen. 

También pude conversar con Kerryn Phelps quien en ese momento era Deputy Lord Mayor de Sídney y una de las primeras autoridades abiertamente lesbianas de Australia. Yo era el segundo congresista abiertamente gay de Perú. Con pocos meses en el cargo, todavía estaba tratando de descifrar qué significaba eso de cara a la responsabilidad de representación que sentía. Tener un espacio de conversación más personal con ella, de persona LGBT a persona LGBT, fue muy importante para mí. 

Una de las cosas más interesantes fue que confirmé esta vieja idea de que en toda ciudad del mundo hay un grupo de peruanos. Tuve la posibilidad de conocer a jóvenes compatriotas que estaban estudiando con becas del gobierno. En ese momento yo era representante de Lima en el Congreso, pero también de los peruanos en el exterior, así que fue muy gratificante ese intercambio.

Además de toda la apretada agenda de reuniones y eventos oficiales, pudimos visitar el Taronga Zoo, en Sídney, que es un zoológico de animales rescatados; también fuimos a la ópera; volé en un globo aerostático; y conocí Melbourne que, se convirtió en mi ciudad favorita (para frustración de Eliane que es de Sídney). Luego de ese viaje nos hicimos tan amigos que ella vino a Perú y fue mi turno de mostrarle parte del país. Estamos siempre en contacto, ella personifica ese maravilloso recuerdo que tengo de Australia y todas las personas con las que pude compartir en esos días. Eso sí, ¡espero que no tengamos que volver a enfrentarnos en un partido de fútbol!

Texto por Melanie Pérez Arias