Claudio de la Puente Ribeyro
Embajador peruano en Australia (2005-2010)
Australia ocupa un lugar muy especial en mis recuerdos y mis afectos. Fue mi primer destino diplomático como Embajador, responsabilidad que asumí con enorme ilusión y expectativa. Fue una experiencia profesional por demás gratificante; también lo fue en lo personal y familiar.
A nuestro arribo a Canberra, fuimos recibidos en el aeropuerto por embajadores latinoamericanos, hecho no habitual que me sugirió la impresión de estar llegando a un destino lejano y amigable.
Desde el inicio mismo de mi gestión, apoyado por un pequeño pero estupendo equipo de la Embajada, me propuse impulsar una agenda amplia de cooperación y promover la reapertura de una Embajada australiana residente en Lima. En la ceremonia de presentación de mis credenciales al Gobernador General, deslicé en tono constructivo esa idea. Y las gestiones se sucedieron permanentemente en distintos niveles de la Cancillería, el Parlamento y el sector empresarial, con crecientes intereses en el Perú, especialmente en la minería.
En mis gestiones puse en relieve la convergencia de intereses económicos y la proyección secular del Perú hacia el Pacífico, desde épocas remotas hasta nuestra incorporación al APEC, en 1998; como también la posición estratégica del Perú como “hub” regional, la estabilidad macroeconómica, su calidad de socio confiable para inversiones y comercio, la extraordinaria riqueza cultural y su valor como destino turístico privilegiado.
La visita que propicié a Lima del veterano y muy respetado diplomático australiano, Richard Woolcott, ex Secretario de Relaciones Exteriores y artífice de la gestación de APEC, con quien trabé una cordial amistad, fue importante a este propósito. Fue recibido por el Presidente y las más altas autoridades. A ella se sucedieron otras importantes visitas de altas autoridades que abonaron el terreno. Igualmente la presentación sobre el Perú y su potencial que debí realizar ante la Comisión Conjunta de Relaciones Exteriores del Parlamento australiano y las visitas oficiales efectuadas a los diferentes Estados de Australia, que ajustaron mi perspectiva sobre la diversidad y riqueza de este gran país.
Una feliz coincidencia resultó crucial en este empeño: La Presidencia anual sucesiva de APEC a cargo de Australia en 2007 y del Perú en 2008, lo que generó una colaboración particularmente estrecha y dio lugar a la presencia del Presidente Alan García en Australia, y luego, del Primer Ministro Kevin Rudd en Lima desde donde, finalmente, anunció la decisión de restablecer una Embajada residente en Lima. Asimismo, se anunció que el Perú y Australia se integrarían al acuerdo estratégico regional de comercio (P-4).
La cooperación en el ámbito cultural y educativo fueron también parte de nuestras prioridades. En el plano educativo se suscribieron acuerdos y cooperación y apoyamos una mayor presencia de estudiantes peruanos en las magníficas universidades australianas. Cuando llegué a Australia, no superaban los 300. Cinco años después el número llegaba casi a dos mil. Fue estimulante percibir el creciente interés sobre el Perú, su cultura y sus atractivos turísticos. Recuerdo el multitudinario festival gastronómico en el Museo Marítimo de Sydney, y la muy exitosa presentación de la recordada cheff nacional Marissa Giulfo en esa misma ciudad. El público australiano, de buen paladar, se dejó seducir por los encantos de nuestra gastronomía y la magia del pisco sour, que promovimos permanentemente. Asimismo, establecimos una fructífera colaboración con la Australian Alpaca Association.
Fue asimismo muy grato organizar anualmente eventos conmemorativos por el día nacional del Perú, y celebrar el 45 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países, con una muestra del destacado fotógrafo peruano Jorge Deústua, en la National Portrait Gallery.
Con mis colegas Embajadores latinoamericanos trabajamos en equipo: Apoyamos la creación del primer Centro de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Canberra (ANCLAS); participamos en las actividades del Australian-Latin American Business Council (ALABAC), del Consejo para las Relaciones Australia-América Latina, (COALAR), realizamos sucesivas presentaciones en universidades, y nuestras Embajadas participaron anualmente en el festival de cine latinoamericano. Concretamos, finalmente, la creación de una plaza latinoamericana en Canberra.
Fue igualmente gratificante, con el apoyo de los Consulados, estrechar la vinculación con la entusiasta comunidad peruana radicada en Australia, comprometida con el Perú y con la promoción de nuestra cultura.
En el último año de mi misión, me cupo el honor de ejercer el decanato del Cuerpo Diplomático, representar a mis colegas y recibirlos frecuentemente en la acogedora Residencia en Forrest junto con autoridades australianas.
Pocos países en el mundo ofrecen un medio más seguro y grato que Australia. Una de mis mayores satisfacciones fue cultivar desde edad muy temprana la vocación por el trabajo en mis hijos quienes, a la edad permitida por la ley, trabajaban part-time después del colegio en comercios cercanos. Asimismo, fue muy beneficioso el aprendizaje del inglés (con acento aussi), la vida en contacto permanente y en armonía con la naturaleza, y la pasión por el deporte.
Guardo en suma, el mejor de los recuerdos de Australia, la calidez de su gente, la belleza enigmática del arte aborigen y de la naturaleza, sus playas infinitas, y el cariño de los muchos amigos que hice allí, con los que mantengo aún un grato contacto.
Texto por Melanie Pérez Arias