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Diana Rake

Ex gerente de personal de Antamina y socia fundadora de Downing Teal

Esto es curioso.

Cuando mandé a hacer la página web de mi empresa, Diana Rake & Associates, el diseñador aplicó una metodología para crear la identidad de la web a partir de asociaciones que brindaran una impresión de las personas.

—Si fueses un país, te veo como Australia —me dijo.
—¡Qué gracioso! Yo trabajé en una empresa australiana durante 12 años y quiero mucho a los australianos — le contesté. Él no sabía nada de mi background.

Mi primer contacto con Australia fue en el Cook County College en Estados Unidos. donde conocí a un grupo de australianos de distintas carreras que siempre jugábamos al tenis. Aunque perdimos el contacto, en aquella época no había Facebook, ni redes sociales, de alguna forma nos volvimos a encontrar.

Con el proyecto de Antamina en 1998, conocí a muchos australianos que vinieron a trabajar y levantar las minas. En el 2003 entré a Downing Teal, una empresa australiana enfocada en los servicios de las industrias extractivas con sucursal en Perú. Mi misión era buscar talentos para el sector minero-energético. Todos los reportes los enviábamos a la casa matriz, que estaba en Perth. Muchos australianos venían a visitarnos acá en Lima.

Otro de los vínculos se dio a través de la Cámara de Comercio Australia-Perú, cuando estuve como vicepresidenta de asuntos corporativos. Eso me permitió representar la voz femenina en la industria minera y promover el liderazgo de las mujeres. Desde la ONG de Waaime también tuve la oportunidad de impulsar el liderazgo y darles ayuda a los chicos de pocos recursos para que pudieran surgir en la industria minera.

Aprendí en todos esos contactos que los australianos no son tan protocolares, ni jerárquicos. Son abiertos a conversar con cualquier estatus y eso también lo pude comprobar cuando viajé a Australia.

Con mi hijo menor, que ahora tiene 32 años, pudimos ir al Australian Open y ver jugar a Novak Djokovic y Roger Federer en la semifinal del año 2011. Eso es algo que no vamos a olvidar nunca porque ambos compartimos el amor por ese deporte.

Además, durante ese viaje sucedió algo que me conmovió mucho. Después de 25 o 30 años sin tener contacto con ninguno de los amigos australianos que hice en el college, decidí buscarlos por Facebook para vernos en Australia. “Si vienes a Brisbane, quédate en mi casa”, me dijo uno de ellos.

A mi me pareció una hermosa muestra de generosidad, sobre todo si piensas que teníamos más de tres décadas sin vernos. Le dije a mi hijo:  “No sé cómo será su casa, pero tenemos que adaptarnos porque es una buena persona y nos está invitando”. Resultó que tenía una casa de 2.000 metros con una cancha de tenis.

Esta persona no venía de una familia adinerada, solo había trabajado mucho toda su vida y ahora disfrutaba de su esfuerzo. Fue una gran oportunidad para mostrarle a mi hijo, que en ese momento era adolescente, el valor del esfuerzo y del disfrute que son dos valores muy australianos.

Por eso, si yo fuera un país sería como Australia. Aventurera, jovial, responsable y, por supuesto, tenista.

Texto por Melanie Pérez Arias