Giancarlo Ratto

Agente educativo, Gerente General de LAE

Fui uno de los primeros peruanos que fue a estudiar a Australia hace más de veinte años. En esa época se preferían otros destinos como Estados Unidos o Europa. Fui a hacer un MBA y me gustó tanto que, de alguna manera, decidí ayudar a otros estudiantes peruanos a estudiar en Australia.

Todo empezó en una barbacoa que organizó la Universidad de Melbourne para los estudiantes latinoamericanos. Yo había regado la voz en Perú de cómo era estudiar en Australia y le conté a la coordinadora que muchos de mis amigos estaban interesados.

—¿Cómo puedo ayudarlos a venir? —le pregunté.

—Puedes ser un agente educativo.

Un agente educativo ayuda a los chicos en todo el proceso de seleccionar el destino, el programa, ver los requisitos de aplicación, el trámite de aceptación, la visa, el alojamiento. Todo el proceso.

El servicio es gratuito porque las universidades nos pagan por representarlas. De hecho así comencé en este trabajo. En esa misma barbacoa la coordinadora me dijo que hiciera un proyecto, “Si sale bien, te doy la representación en Perú de la universidad, que es una de las más importantes, no solo de Australia, sino del mundo”. Y así fue.

Me dieron la representación de Melbourne. Luego viajé por Australia convenciendo a otras universidades de que el Perú era un buen mercado y que yo podía representarlas. Entonces me contactaron de Latino Australia Education (LAE), que ya tenían una estructura en Latinoamérica, me ofrecieron trabajar en conjunto y el cónsul de Australia en ese momento me dijo “tienes que ir con ellos”.

Cuando volví al Perú en 2003 empecé a recorrer las universidades peruanas en todas las regiones promocionando la educación australiana y haciendo convenios para intercambios, doble titulación. Las posibilidades eran infinitas. Estaba todo por hacer.

Trabajamos duro esos años y en el 2012 ayudamos a implementar el programa de becas del gobierno peruano para estudiantes de bajos recursos: Pronabec. Hicimos el plan piloto con el gobierno y mandamos a 30 chicos a Australia. Al año siguiente eran 50. Si sumabas los estudiantes de Pronabec que iban a Estados Unidos, Inglaterra y Canadá, no era ni la mitad de lo que nosotros mandábamos a Australia, por muchos factores que yo mismo consideré de estudiante: la educación es de muy alto nivel, los costos son competitivos, tienen carreras más cortas, el clima es agradable y, por supuesto, la cultura australiana.

Para mí esto es más que un trabajo, porque sabes que estás ayudando a una persona a cambiar su vida. Antes de irme a Australia, yo trabajaba en la industria del tabaco… digamos que no estaba demasiado motivado. Ahora, cuando miro hacia atrás y veo que mi equipo y yo hemos ayudado a casi 5 mil personas a estudiar en Australia durante estos 20 años, me siento casi como un embajador.

Texto por Melanie Pérez Arias