Karín Sierralta Alarcón
Vicepresidente de la International Surfing Association (ISA) y Presidente de la Pan American Surf Association
La primera vez que fui a Australia dirigí el equipo junior de surf. Tuvimos problemas con los bancos y aterrizamos allá sin el dinero para cubrir la estadía y las inscripciones, fue un momento crítico para nosotros.
Era 2001. No conocíamos a nadie allá. Me atreví a buscar a Alan Atkins, uno de los fundadores de Surfing Australia, que era en ese momento vicepresidente de la Federación Mundial del Surf (ISA), para que me echara una mano.
—Le prometo que soy persona correcta, hemos tenido un problema, que vamos a solucionar a nuestro retorno, solo necesito que me dé un crédito— le dije.
—No te preocupes, confío en ti. —me respondió al estrecharme la mano, como gesto de comun acuerdo, me sorprendió por que acababa de conocerme.
Gracias a la solidaridad de Atkins, nuestros chicos pudieron competir y Sofía Mulanovich salió subcampeona mundial. Allí aprendimos mucho de Australia, de su organización, su disciplina, que para ser el mejor, tienes que ser el primero en el agua, cada vez que llegábamos a las prácticas al amanecer, los australianos ya estaban corriendo olas.
En la despedida, Atkins me regaló un sombrero australiano en señal de amistad, y confianza. Cuando regresamos a Perú le enviamos el dinero y Alan Atkins, se convirtió en un mentor para mi camino de gestor y dirigente en el deporte y las buenas costumbres.
Yo le digo que es “mi papá del surf”. En español se lo digo, “papi” y aunque siempre se ruboriza, sonrie y me dice hijo. Ahora tengo una colección de sombreros que me hace llegar con amigos durante estos 22 años de amistad. Para mí, tienen un gran valor emocional, es un sombrero tipico de Australia que simboliza, amistad, y respeto y honorabilidad, pero tambien tengo que aceptar que son los más cómodos del mundo.
Es dificil explicar lo que significa el Surf en mi vida, surfeo, al menos, tres veces por semana desde que tengo diez años. Recuerdo que empecé con mis amigos del barrio, con una sola tabla y nos turnábamos entre 6 para correr olas, escondidos de nuestros padres. Era la década de los 80’s y todavía se consideraba al surf como un deporte peligroso.
He estado lejos de mi tabla solo dos veces en la vida: cuando me dio neumonía y durante la pandemia. Tengo una relación casi espiritual con el mar y con el surf, es mi vida, puede sonar exagerado, pero siendo asmático entiendo cómo un deporte se puede volver una medicina. Además, si te subes a la tabla después de casi morir ahogado, no te bajas nunca más.
Tenía 16 años. Ese día había marejada en la playa La Herradura, en Chorrillos, cuando una ola rompió la pita de seguridad de mi tabla y me arrastró una corriente muy fuerte, que me llevó hasta la playa Caplina a 600m. Se me acalambró el cuerpo por el cansancio, las olas eran grandes. Tragué tanta agua que estaba empezando a hundirme.
—Quisiera ver el sol mañana —fue lo único que atiné a decir mientras me hundía.
No creí que pudiera volver a subir. Entonces sentí una fuerza que me empujó hacia la superficie. Todavía no sé explicar de dónde salió, conoci a dios ese dia, cuando levanté la vista vi un helicóptero de rescate. Estaban buscándome. Por eso, desde ese momento, lo que dicen de “vivir cada día como si fuese el último”, me lo tomo muy en serio. Al igual que mi trabajo con el surf.
A la Federación Deportiva Peruana de Tabla llegué, por que empece de competidor en los 90’s, trabajaba en un banco, pero surfeaba por las tardes en la Costa Verde. En ese tiempo la mayoría de los eventos deportivos se hacían en el sur. Así que formé la Asociación de Surfistas de la Costa Verde y le toqué la puerta a la Federación para exigir mas eventos en la ciudad, y me pidieron que los apoye para empezar a hacer más por el deporte. Ellos me invitaron a que les ayudara en la promoción del surf y me quedé.
Después de ese primer viaje a Australia, en el que conocí a Atkins, he tenido la fortuna de regresar en cuatro oportunidades. En uno de los viajes visité el High Performance Center, ubicado en el Gold Coast, que es un centro de alto rendimiento para los mejores surfistas del mundo. Quedé impresionado.
Cuando el Surf fue incluido en los Panamericanos de Lima 2019, evento liderado por Carlos Neuhaus, aprovechamos la oportunidad de incluir el Centro de Alto Rendimiento para el Surf como parte de los proyectos de infraestructura. Después de todo éramos campeones mundiales en 2010, 2014 y 2015. El Car Surf de Punta Rocas, es uno de los proyectos de los que me siento más orgulloso por haber impulsado desde el principio, con un super equipo de gente excepcional, liderados por Neuhaus.
Así que hoy en día en el Perú no solo tenemos nuestras olas de clase mundial, largas, con un recorrido perfecto; sino también el Centro de Alto Rendimiento de Surf más grande del mundo, con mucha influencia del “mejor” del mundo, el HPC de Australia, aún nos falta apoyo para llegar al nivel técnico que tiene Australia, pero tenemos el talento y una generación de recambio. Vamos por buen viento y con el apoyo de nuestros amigos australianos podremos seguir avanzando por el camino de la excelencia.
Texto por Melanie Pérez Arias