Luis Felipe Quesada

Embajador del Perú en Australia (2011- 2015)

Fui el embajador peruano en Australia desde enero de 2011 hasta octubre de 2015 y puedo decir con seguridad que no me aburrí ni un segundo.

Un eje básico para la diplomacia con los australianos es su horizontalidad. Era 2007 cuando visité Canberra por primera vez. Aquel día fui a comer a un restaurante italiano con mi colega Claudio de la Puente, que era el embajador peruano en aquel momento. Cuando entramos, le preguntaron “¿hizo reserva?”. Dijo que sí. No hubo nada de “señor embajador o su excelencia”. Me dijo “así es en este país”.

Por eso, cuando el presidente Alán García visitó Australia para la cumbre de líderes del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC), en noviembre de 2007, le dije que tenía la opción de hablar en español y que otra persona hiciera la traducción simultánea. Aunque lo mejor era que aprovechara de leer su discurso en inglés y acercarse a ellos.

—Los australianos no se van a molestar si no pronuncia una palabra bien —le dije. El sorprendido fui yo porque el presidente tenía muy buen inglés.

Luego, me tocó a mí ser el nexo entre Perú y Australia. Primero, cuando Perú tomó la presidencia de la APEC en 2008 y yo era el alto funcionario representante. Nuestro compromiso fue continuar con la agenda de reformas que había promovido Australia para la organización.

Esas reuniones con los funcionarios australianos en APEC, sin duda, me abrieron las puertas para que me sintiera tan a gusto al ser nombrado como embajador peruano en Australia unos años después.

En ese momento sí me tocó aprender más de su sistema federal, reunirme con potenciales inversionistas para las áreas comerciales y mineras y tender el puente para fortalecer el intercambio académico.

Tuve la suerte de que la embajada de Perú en Canberra está al frente de la cancillería australiana. Uno cruza la avenida y ahí está. Eso nos ayudó mucho a crear lazos con los diplomáticos australianos que nos decían “qué aburrido estar en la oficina. ¿Por qué no vamos al Brindabella?”, un café que tienen en la cancillería y allí trabajábamos.

Además, la mayor parte del trabajo diplomático estaba fuera de Canberra, que si bien es la capital australiana, es una ciudad pequeña. Todos los temas que interesan al Perú, como las inversiones o los vínculos académicos están afuera. Así que me tocó convertirme en una especie de embajador nómada. Un embajador itinerante. Eso fue muy agradable.

Iba a Sídney, Melbourne y Perth con frecuencia. Visité muchas universidades, para conocer el altísimo nivel educativo que tienen y promoverlo entre nuestros estudiantes. Porque antes, cuando buscaban educación de calidad en inglés, muchos peruanos pensaban en Estados Unidos o Reino Unido, pero no miraban a Australia. Eso logramos que cambiara.

Nos concentramos en pedir las visas para estudiantes. Se hizo un buen trabajo con nuestro instituto de becas, para que estudiantes peruanos fueran a Australia. Luego, los visitábamos y la mayor parte de ellos estaban muy satisfechos, porque la hospitalidad de los australianos es providencial.

Esa es una característica que compartimos, porque los peruanos somos amistosos y conversamos con cualquier persona sin ningún problema. Al final de mi gestión puedo decir que además de logros diplomáticos hice amigos que conservo hasta el día de hoy.

Texto por Melanie Pérez Arias