Martha Toledo Ocampo

Embajadora del Perú en Australia 2002 – 2005

Soy una funcionaria diplomática de carrera con bastantes años en el servicio.  En 2002, me nombraron embajadora de Perú en Australia. Recibí el nombramiento con mucha ilusión, porque había conocido Australia a través de mi hermano, que era marino.

Él fue a Sídney en el año 67, cuando recién establecíamos relaciones y me contó cómo era Australia Entre los recuerdos que me trajo había un muñeco de koala. ¿Quién diría que casi 40 años después yo iría a Australia y podría abrazar a un koala de verdad?

Uno de los recuerdos más curiosos que tengo de mi carrera es del día que presenté mis credenciales al gobernador de Canberra. En la Dirección General del Protocolo de Cancillería dispusieron que me fueran a buscar en el auto de la Reina Isabel. Fue algo único. Una muestra de la famosa hospitalidad de los australianos.

Empecé mi gestión en Australia con el pie derecho y así la terminé. Con unas relaciones bilaterales fortalecidas; más presencia cultural peruana en Australia y un número importante de estudiantes, especialmente de postgrado, que preferían las universidades australianas gracias a las relaciones que habíamos logrado entre ambos países.

De mi época como embajadora en Australia recuerdo el mar, las olas, sus animales, su enorme diversidad cultural y la manera tan abierta de las personas. Recuerdo especialmente que nunca se me trató de manera distinta por ser la primera embajadora mujer del Perú en Australia.

Pude trabajar con mucha tranquilidad en fortalecer los lazos de amistad y de cooperación que siempre habían existido y seguirá existiendo entre nuestros dos pueblos, gracias al excelente staff y funcionarios de la embajada peruana, al Cónsul general en Sidney el entonces Ministro Enrique Bustamante, y la enorme colaboración de parte de Manuel Suárez Documet en la Cancillería  y de las autoridades australianas.

Durante mi tiempo en Australia tuve el honor y satisfacción de representar a mi país continuando las líneas de trabajo de los embajadores que me precedieron en el cargo, y saber que quienes me sucedieron prosiguieron con las líneas de acción para fortalecer las relaciones tanto en el ámbito bilateral como en el multilateral.

Además, hice excelentes amigos y pude conocer buena parte del territorio australiano, gracias a la generosidad de la Cancillería que invitaba al cuerpo diplomático a conocer las diferentes regiones de Australia. Se respiraba un ambiente de mucha apertura y los australianos realmente querían que conociéramos su país para establecer vínculos más auténticos con los nuestros.

Durante mi estadía en Australia pude llevar una exposición de arte peruano y culturas antiguas del Perú que estuvo un mes en el Museo de Sídney y tuvo una excelente acogida permitiédome mostrar más del país. Los australianos estaban fascinados con la muestra puesto que ellos también tienen arte aborigen de mucha tradición.

De hecho, me volví una coleccionista de arte aborigen australiano. Mi padre siempre decía que mi casa parecía un bazar turco porque de todos los países donde tuve misión diplomática me traía recuerdos. De Australia conservo un hermoso canguro tallado en madera y el cuadro de arte aborigen que preside mi comedor y que representa las cuatro estaciones de la agricultura. Para mí Australia es puro color.

Texto por Melanie Pérez Arias