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Nick Macciocca

Socio fundador de Hotel Casa República y Chimu Adventures

Muy poca gente tiene idea de lo que significa remodelar una casona vieja en Lima para hacer un hotel: cinco amigos y yo sabemos que hay que estar un poco locos para intentarlo. Ya teníamos Wakapunku en Cusco, pero la experiencia de Casa República fue diferente y no la cambiaría por nada. Es una vida distinta y divertida, incluso he podido ser miembro de la banda The Kooks por un día… Bueno, casi. 

Alrededor de 2011 yo estaba harto de mi trabajo, de lo mismo cada mes: números, números, números. Trabajaba como contador y analista financiero. Por esa época invertí en la empresa de viajes de mis amigos Chad y Greg, pero no estuve al tanto del negocio. Luego me casé con una brasileña y en 2016 decidimos instalarnos en Brasil. Chad y Greg querían abrir una oficina en Río de Janeiro. Así empecé a involucrarme con el turismo. 

Con el tiempo comenzamos otra empresa de operadores turísticos en Perú, Chile, Argentina, Brasil y Ecuador. Instalamos la oficina central en Lima con nuestro socio peruano, Juan José. Fundamos Wakapunku en Cusco (donde, por cierto, estoy seguro de que había el fantasma de una niña), pero un día nos mostraron el edificio donde ahora está Casa República en Barranco y dijimos “tenemos que hacer algo con esto”. 

Comenzamos a renovar la vieja casona y hacer un segundo edificio en la parte de atrás. La construcción nos tomó 9 meses más de lo previsto. De hecho, al recibir al primer ministro australiano Malcolm Turnbull, que vino de visita a Perú durante la COP 20, su habitación era la única que estaba lista en todo el hotel. 

Todavía con el Casa República a medio construir recibimos a los The Kooks que tenían a un concierto en la Costa Verde. Soy amigo del ex guitarrista, así que los invité a tomar unos tragos en la terraza. Como les encantó Barranco y había confianza les ofrecí quedarse. Salíamos a comer y a tomar algo en perfecto anonimato pero, al segundo día, de alguna manera se corrió la voz de que estaban allí y se congregó una pequeña multitud en la puerta del hotel. 

Los chicos querían ver el atardecer en el Puente de los Suspiros. Empezamos a caminar hasta allá desde el hotel. Yo me sentía como alguien de seguridad. Solo estaban los cuatro de la banda, el manager, dos de sus esposas, mi exesposa brasileña y yo. Eso era todo. Íbamos caminando, pero en un punto sentimos que nos estaban siguiendo. Empezamos a correr por el malecón y los fans corrían detrás de nosotros, así que paramos para que firmaran autógrafos. De pronto yo tenía un poster de la banda delante de mí y pensaba “¿qué se supone que debo hacer con eso?” Hasta que alguien dijo “fírmalo” y lo hice. Así que podemos decir que esos fueron mis dos segundos de fama. 

Nací en Dalby, un pequeño pueblo en Queensland, a unos 400 kilómetros del oeste de Brisbane donde hay mucho ganado, carne, algodón, trigo, pero poco que hacer. Así que vivir entre Perú y Brasil; regentar un negocio hotelero; surfear cada vez que puedo en Lima donde hay buenas olas todos los días y los surfistas más amables del planeta; comer seco de res o lomo saltado; y conocer a personas extraordinarias en el camino con una gran ética de trabajo, definitivamente puedo decir que ha sido un viaje realmente extraordinario.

Texto por Melanie Pérez Arias