Nicole Keller

Ex Oficial Consular de la Embajada de Australia en Lima

Trabajé en la Embajada de Australia en Lima durante más de tres décadas, inicialmente en la sección comercial y luego brindando servicios consulares a los australianos hasta mi jubilación en el 2021. Mi esposo y mi única hija pasaron años escuchándome hablar de Australia, sin embargo estuve a punto de no conseguir aquel trabajo en enero de 1980.

En aquella oportunidad, vi en el periódico que solicitaban a un Asistente Comercial para la Embajada de Australia. En aquel momento, la oficina quedaba en la calle Natalio Sánchez en Jesús María, frente al Parque Washington. Era bastante lejos de mi casa.

—No, acá no me gusta. —le dije a mi esposo en el auto.

—Pero Nicole, si no has visto aún de qué se trata. Ya te traje hasta acá, anímate a entrar. —me insistió.

Entré al edificio, tomé el ascensor, llegué al piso correcto y quedé maravillada con la gente y el lugar. Gracias a Dios tuve esa entrevista, me dieron el puesto y esa oficina se volvió mi segundo hogar, donde tuve la dicha y satisfacción de trabajar con personal peruano y diplomáticos australianos muy amigables, de primer nivel. Hasta el día de hoy, me siento muy orgullosa de haber formado parte de la Embajada de Australia en Lima.

Empecé como Asistente del Asesor Comercial de ese entonces y nuestra misión era apoyar a los exportadores australianos interesados en encontrar mercado en el Perú. Estuve presente cuando la Embajada se redujo, cerró y volvió a renacer.

Lamentablemente, la Embajada de Australia en Lima cerró en octubre de 1986. Mi jefe y yo quedamos en la oficina comercial (Austrade) hasta 1990. Esa era la única representación australiana en el país. Esos fueron años muy difíciles para el Perú, pero siempre mantuve el contacto con Australia. Eso me permitió regresar y colaborar con la apertura del Consulado General de Australia en Lima en el año 1999.

A mi regreso ya no atendía temas comerciales sino asuntos consulares y tenía que estar al ‘pie del cañón’ para atender las emergencias que pudieran tener los ciudadanos australianos que visitaban el Perú.

Como anécdota recuerdo una vez que tuvimos que ayudar a un navegante australiano que decidió salir de las costas de Australia en una embarcación que él mismo había construído. Logró cruzar el Océano Pacífico, pero viajaba solo y fue asaltado por piratas en las aguas del Ecuador. Le robaron todos sus implementos de navegación, su pasaporte y demás documentos. Su embarcación terminó encallada en las costas del norte del Perú. Así que al cabo de algún tiempo lo ayudamos a contactar a un buen amigo suyo en Australia quien colaboró con su repatriación en un vuelo comercial.

En enero del 2010 nos tocó también viajar a Cusco para apoyar en la coordinación del rescate en helicópteros de más de un centenar de turistas australianos, entre otras nacionalidades, que estaban varados en Aguas Calientes, debido a las inundaciones. Una vez que los turistas fueron trasladados sanos y salvos a la ciudad de Cusco, los registramos para que pudieran volver a Lima, seguir a otras regiones o regresar a Australia. 

En esa ocasión como en tantas otras pude apoyar a ciudadanos australianos afligidos o en peligro. como por ejemplo durante la pandemia del 2020 cuando aprendí mucho de la solidaridad entre las personas y el agradecimiento de quienes fueron asistidos. 

Algo que siempre me pregunta la gente es si les entiendo bien a los australianos. De mi padre francés y mi madre suiza heredé mi interés en otros idiomas y me acostumbré al acento australiano en el trabajo. Pero tengo que confesar que cuando visité Canberra por primera vez, para asistir a un curso de capacitación consular en el 2005, sentía que no le entendía nada al funcionario de migraciones del aeropuerto ni a los australianos en la calle. Al transcurrir los días me fui acostumbrando un poco más a su acento.

Cuando más me sirvió mi oído entrenado al inglés australiano fue en el 2019 en el viaje que finalmente hicimos juntos con mi esposo y mi hija para visitar Sidney, Brisbane y Melbourne. Allí fue cuando les pude presentar ese hermoso país del que tanto les había hablado y en el que pasé prácticamente la mitad de mi vida, si contamos todas las veces que pisé territorio australiano al llegar cada día a la Embajada a hacer mi trabajo.

Texto por Melanie Pérez Arias