Sally Brokensha

Ex Directora Regional de AVID – Australian Volunteers for International Dev

Estuve en Perú tres años y me fui a finales de diciembre de 2014. De eso hace ya bastante tiempo y han pasado muchas cosas en mi vida desde entonces, pero fue un proyecto muy retador con muchos aprendizajes. Yo era la Directora Regional para Latinoamérica y el Caribe para AVID. Yo trabajaba para Scope Global y fuimos contratados por AusAid para conseguir voluntarios profesionales cualificados que pudieran trabajar en todo el mundo.

A principios de 2011 viajé a Perú con Anna Perkins, la Directora de AusAid para América Latina y el Caribe. Mantuvimos una reunión inicial con John Woods, el embajador de aquel entonces. De todos los países latinoamericanos donde promovimos el proyecto el único donde tuvimos una cohorte con 18 voluntarios fue Perú. Yo estaba contenta porque ya había conocido el país en 1972 cuando viví en Lima durante 6 meses.

Los profesionales australianos capacitados para el voluntariado eran ubicados en instituciones de acogida que llamamos host y que eran ubicadas en el país por un In Country Management team: WUSC (World University Services Canada) con quienes trabajamos todos los aspectos del programa.

Perú, en particular, se centró en gran medida en el cambio climático y la reducción del riesgo de desastres. Así que el trabajo fue encontrar voluntarios con las habilidades y la capacidad para trabajar en esas áreas, que además hablaran español. Fue todo un reto.

Entre abril de 2012 y diciembre de 2014 logramos ubicar voluntarios altamente capacitados en instituciones como el Grupo GEA y Aquafondo; CARE Peru en Huancayo y Chiclayo; Sisters of Mercy; Condesan; Autoridad Nacional del Agua ANA; The Nature Conservancy, TNC,en Atiquipa y también en Arequipa; y el SENAMHI, entre otras instituciones.

La duración media de una misión era de 12 meses, pero varios de aquellos primeros voluntarios, que eran fantásticos, se quedaron 18 y 17 meses.

Estuve en Lima durante tres años, hasta el último día de diciembre de 2014. Tenía mi oficina en el hermoso Barranco. Al principio vivía en San Isidro, un poco aislada, pero luego me mudé a Barranco y conocí a Clemencia Aramburu que entró a trabajar en el programa e hicimos juntas las misiones de sondeo en Paraguay y Argentina. Clemencia es una persona extraordinaria con una gran vida social, así que conocí a mucha gente e hice amigos que aún conservo.

De hecho, cuando me mudé a ese apartamento en Barranco, donde también instalamos la oficina del programa para ahorrar costos, el técnico de la compañía telefónica tuvo que ir al menos unas dieciséis veces porque, por alguna razón increíble, la instalación del internet no funcionaba. Fue tan divertido que escribí esa historia para un periódico local australiano.

Fue una época encantadora en lo personal, porque mi hija pudo viajar a Perú dos veces y pude mostrarle algunos lugares que conocí cuando estuve por primera vez allá en 1972. Fuimos a Cusco, Arequipa, Huancayo, Chiclayo. Yo soy artista textil, así que pude aprender mucho de la tradición de los telares peruanos.

De hecho, en mi casa en Francia, tengo una habitación llamada Perú con mi colección de mantos, pinturas de Cusco y muchos sombreros peruanos que fui comprando por todo el país. Tengo muestras del lago Titicaca, de Huancayo, de Arequipa, de Ollantaytambo y de Cusco. Claro que me encantaría volver, pero cuando me siento nostálgica me doy un paseo por esta habitación y recuerdo esos años maravillosos.

Texto por Melanie Pérez Arias