Desde muy joven, la pasión de Tom Robinson por la navegación y el mar se hizo evidente. La casa donde creció quedaba a orillas del río Brisbane, Queensland y, apenas pudo, su papá le construyó una pequeña embarcación de madera para que pudiera explorar el río a su gusto. Así fue; lo que comenzó como un pasatiempo pronto se convirtió en una obsesión para el pequeño Tom, quien iba remando al colegio todos los días y pasaba cada momento que podía navegando o leyendo sobre personas aventureras que lo inspiraban y alimentaban sus más grandes locuras. “Así fue como un día, me desperté y decidí que iba a construir mi barco e iba a remar a través de todo el Pacífico”. Ese día, su aventura estaba marcada: ser la persona más joven en cruzar el Océano Pacífico en remo, un sueño que lo acompañaría durante los siguientes ocho años de su vida.

En julio de 2022, Tom emprendió su travesía desde el puerto de Callao en Lima a bordo de Maiwar, su embarcación de remo de siete metros de largo que él mismo diseñó y construyó. Sin embargo, la odisea del joven australiano comenzó mucho antes de ingresar al mar. Enfrentó obstáculos burocráticos y otros contratiempos hicieron que su estadía en Lima se extendiera, lo que le permitió infiltrarse en la ciudad como un local y disfrutar de sus múltiples facetas. Rápidamente, con ingenio y carisma, se hizo muchos amigos y fue descubriendo los mejores lugares para comer y pasear. “Recuerdo con cariño la asistencia de la Embajada de Australia, los delegados de la Cancillería y el Club de Yates del Perú en el Callao, me apoyaron mucho durante mi estadía”, nos comparte Tom con una sonrisa. El Club de Yates sirvió como su casa y campamento base mientras Tom preparaba el bote para el viaje a través del mayor espacio de océano abierto del mundo. 

El joven remador logró completar la primera etapa al llegar a la Isla Tongareva en las Islas Cook 5 meses después de partir del puerto de Callao en Lima, Perú. Y así, fue parando de tramo en tramo en otras islas, algunas con menos de 200 personas. “Estoy infinitamente agradecido con las personas que conocí durante mi viaje, sé que ahora tengo amigos a los que puedo volver. Durante este tiempo, pude presenciar y experimentar un estilo de vida totalmente distinto al que estaba acostumbrado. Fue increíble. Pero, además, sentía una responsabilidad enorme. A donde iba, estaba representando a mi país, Australia, y traté de hacerlo de la mejor forma posible.”

   

Cuando estaba cerca a su destino final, Brisbane, su bote se volteo completamente, dejándolo varado en mar abierto. Tras pasar lo que se sintió como la noche más larga de su vida, fue rescatado por un bote crucero en Vanuatu. Y si se preguntan qué pasó con su embarcación de madera hecha a mano y fiel acompañante en esta aventura, Tom aún no descarta el reencontrarse con Maiwar en las costas de Queensland en algún momento. “Las posibilidades son infinitas, uno nunca sabe.”

“La travesía tomó sentido una vez en el mar”, nos cuenta Tom. En esos primeros 160 días solo a bordo del Maiwar, reafirmó el propósito que lo impulsaba: no se trataba de romper un récord, ni del destino final. La fama y la gloria nunca fueron su objetivo. Él se aventuró en el Pacífico persiguiendo una auténtica aventura, al estilo antiguo, llena de desafíos y riesgos, pero siendo fiel a sí mismo y a ese impulso de unirse al mar desde que tuvo catorce años. La aventura de Tom es, sin duda, parte del mar de historias que ahora une a Australia y Perú.